domingo, 3 de agosto de 2008

A perspectiva comparada do pragmatismo na jurisdição constitucional

Dentro da perspectiva norteia este espaço eletrônico sobre o desempenho institucional do Supremo Tribunal Federal de não nos afastar, também, de um tratamento comparativo, postamos matéria enviada pelo Prof. Farlei Martins publicado no jornal El País de 3 de agosto de 2008 a respeito da decisão do Tribunal Constitucional turco a respeito da laicidade do partido detentor do poder político em Ankara. Lembramos que já circulamos, em outra oportunidade, neste meio eletrônico sobre a decisão do citado tribunal no tocante ao uso do véu. Por apenas um voto, o Tribunal Constitucional turco evitou uma crise institucional de larga envergadura se o partido majoritário fosse colocado, devido aos seus laços com o islamismo, na ilegalidade. O importante para nós é como a jurisdição constitucional funciona, na maior das partes das vezes, para não usar uma outra expressão, dentro de um sentido amplo de "pragmatismo". Comparemos como o Supremo Tribunal Federal com o voto relator do Ministro Celso Mello usou um padrão temporal a respeito do problema da infidelidade partidária. Não é também uma forma de pragmatismo?
Turquía mira a la UE tras escapar del caos
El Gobierno promete reactivar las reformas después del fracaso del 'golpe
judicial'
La mayoría de los turcos se disponía a emprender las
vacaciones con alivio este fin de semana mientras el Gobierno islamista
despachaba con normalidad los relevos previstos en la cúpula de las Fuerzas
Armadas. La imagen del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, sentado junto
al jefe del Estado Mayor, el general Yasar Büyükanit, es la mejor señal de
que Turquía se ha librado, aunque por muy poco, del caos.
A salvo por un solo voto de ser disuelto por el Tribunal Constitucional, el
gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se ha comprometido a
"empezar de cero" y restablecer el consenso con el aparato laico del Estado.
El objetivo central es reanudar el proceso de integración en la UE,
estancado hace más de un año por los enfrentamientos entre un movimiento
islamista moderado que goza de un formidable apoyo en las urnas y una élite
secular que, escudada en el Ejército, ha dirigido la Turquía moderna desde
la caída del Imperio Otomano tras la I Guerra Mundial.
"Hay que seguir adelante y volver al camino de Europa. El AKP ganó las
elecciones limpiamente en julio de 2007 con el 47% de los votos porque su
primer mandato estuvo marcado por las reformas democráticas, el progreso
económico y el inicio de las negociaciones de adhesión a la UE", explica la
presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias de Turquía, Gülseren
Onanc, "pero se equivocó después al aparcar el proyecto de nueva
Constitución y aprobar la ley que autorizaba el uso del velo islámico en las
universidades. Es un problema que sólo afecta a unas 13.000 alumnas turcas,
mientras hay aún 600.000 niñas sin escolarizar".
Como afirmaban en las encuestas dos de cada tres turcos, Onanc rechaza
también que los jueces pudiesen haber ilegalizado el miércoles al partido
más votado. "En una democracia son los ciudadanos quienes exigen en las
urnas responsabilidades a los gobernantes. La demanda del fiscal del
Tribunal Supremo contra el AKP, al que acusaba de violar los principios
laicos del Estado, era inaceptable. Claro que Turquía es aún un país muy
diferente de Europa", reconoce esta empresaria, que dirige una agencia de
venta de entradas a espectáculos en Estambul.
El partido de Erdogan no fue disuelto -votaron seis jueces a favor, uno
menos que los siete prescritos por la ley turca- aunque recibió una sanción,
avalada por 10 de los 11 magistrados: se le recortará a la mitad la
financiación que recibe del Estado, como el resto de las fuerzas
parlamentarias. "Es una seria advertencia", precisó el presidente del
tribunal, Hasim Kiliç, el único que votó en contra del castigo económico al
AKP.
El presidente de Turquía, Abdulá Gül, figuraba junto a Erdogan en la lista
de 71 dirigentes del partido para quienes el fiscal del Supremo reclamaba
además la inhabilitación para ocupar cargos públicos, entre otras
acusaciones por la aprobación de la "ley de velo". Ahora es el propio
Gül -arquitecto del proceso de integración en la UE en su etapa como
ministro de Exteriores-, quien parece haber tomado las riendas del llamado
proceso de "reconciliación y de restauración democrática". El presidente
turco ha convocado al jefe del Gobierno y a los presidentes de la Asamblea
Nacional y del Tribunal Supremo para el 1 de octubre, cuando el Parlamento
reanude el periodo de sesiones, indicó ayer el diario Zaman, cercano al AKP.
"Volver a empezar" es el mensaje. Gül tiene previsto también convocar a
todos los líderes de los partidos del arco parlamentario para lanzar una
propuesta de nueva "Constitución civil con estándares europeos" para
sustituir a la aprobada bajo la tutela del Ejército tras el golpe de Estado
de 1980. La reforma del poder judicial y de la legislación sobre partidos
políticos estará también sobre la mesa. La mano tendida a la oposición
laica, representada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP), para buscar
un compromiso que dé estabilidad a Turquía sería la principal novedad de
este "proceso de restauración democrática".
"El AKP ha recibido un mensaje muy claro del Constitucional y esta vez no
puede ignorarlo. Habrá cambios, pero está por ver si se producirá una
verdadera transformación", advierte el escritor Rusen Çakir, autor de
numerosas obras sobre el islamismo político turco. "El gran problema de
Turquía es que una parte importante de la sociedad -las clases medias que
representan a más de un tercio de sus 72 millones de habitantes- tiene un
miedo irracional a perder su estilo de vida laico y occidental y a que se le
imponga un modelo islámico".
Çakir, columnista del diario Vatan, sostiene que "el Gobierno tiene que
hacer un esfuerzo de pedagogía y diálogo". "Si no se crea un consenso social
en Turquía, las turbulencias políticas se mantendrán indefinidamente",
pronostica, "ya que una mayoría del 47% de los votos no da derecho a
aplastar a las minorías". "¿Se imagina qué pasaría si los socialistas
españoles ignoraran sistemáticamente los valores democristianos de parte de
la población?", pregunta antes de despedirse.
Desde el embarcadero de Kadikoy se goza de una vista asombrosa de las
mezquitas que siluetean el Cuerno de Oro en la parte europea de Estambul, en
la otra orilla del Bósforo. A un lado, un joven en bermudas y camiseta
recoge firmas en una campaña de Greenpeace. Al otro, una muchacha cubierta
con el turban o velo y vestida con un tessetur que la cubre desde el cuello
hasta los pies, pide donativos para una asociación de ayuda a los ciegos.
Cerca de allí está la redacción del diario Taraf. Su directora adjunta,
Yasemin Congar, acaba de terminar la reunión en la que se decide el
contenido de la primera página: "Informamos sobre la muerte de 17 niñas en
una escuela coránica cerca de Konya. Y también hemos tenido acceso al
sumario del caso Ergenekon, parece que Erdogan ya fue informado en 2003 por
el MIT [servicio secreto turco] de que había una conspiración golpista en
marcha". Desde su aparición, hace nueve meses, Taraf se ha convertido en el
medio turco mejor informado sobre la investigación de la trama de antiguos
militares y funcionarios acusada por la fiscalía de Estambul de intentar
derribar el Gobierno. El resto de la prensa suele citar sus revelaciones
sobre un caso que ha sacado hecho emerger a la luz pública el llamado Estado
profundo turco.
"Nos acusan de criticar a los militares, pero sólo informamos sobre una
organización criminal investigada por policías y fiscales. Al principio
éramos los únicos, nadie se atrevía a entrar en un terreno que podía chocar
con una institución intocable", asegura la directora adjunta de este diario
lanzado por una familia propietaria de editoriales y una cadena de grandes
librerías. "También nos acusan de apoyar al Gobierno, pero aquí somos muy
poco religiosos", argumenta.
Congar sostiene que "Erdogan ha perdido mucho tiempo en la disputa sobre el
velo y ha tenido actuaciones reprobables, como la desproporcionada represión
de las manifestaciones del pasado 1 de Mayo. Pero el AKP es el único partido
que cuenta con una voluntad reformadora, ya lo demostró entre 2002 y 2007,
para hacer los cambios que necesita Turquía si quiere formar algún día parte
de la UE".
El Ejército, mientras tanto, calla. Mañana deberá confirmarse el relevo al
frente del Estado Mayor del general Büyükanit, que pasa a situación retiro
por edad a final de mes, por el actual jefe del Ejército de Tierra, general
Ilker Basbug, considerado un halcón dentro de las Fuerzas Armadas. Entre el
centenar de detenidos en el marco de la investigación del caso Ergenekon
figuran dos ex generales.
"En realidad Ergenekon es una mentalidad antidemocrática, más extendida de
lo que parece, antes que una organización golpista", reflexiona en voz alta
el ex diplomático Akin Ozer, miembro del equipo que preparó las primeras
reformas legales para la integración de Turquía en la UE y buen conocedor de
España tras su paso por la Embajada turca en Madrid. "La transición política
española me sigue pareciendo modelo exportable para superar, mediante la
búsqueda de consensos, nuestras grandes diferencias, aunque no sé si Turquía
cuenta con líderes políticos capaces de asumir el reto".
Después de publicar sendas obras sobre el nacionalismo vasco y la España
autonómica, Ozer se retiró voluntariamente de la carrera diplomática al
comprobar que su nombre ya no contaba mucho en el estricto escalafón
funcionarial del Estado unitario turco. Ahora dirige un portal de
información hispano-turco en Internet e imparte clases en la universidad.
"Mis alumnos saben que Ibarretxe no es igual que Oçalan [líder de la
guerrilla separatista kurda PKK], pero en Turquía es muy difícil explicar la
necesidad de que surja un movimiento nacionalista kurdo que rechace la
violencia si queremos vivir en paz", explica en un fluido castellano.
Afortunado, con un pie en París y otro en Estambul, el escritor turco Nedim
Gürsel pasa los veranos en una casa cercana al Bósforo. Pero su última
novela, Las hijas de Alá, está amargándole las vacaciones. "Sigo esperando a
que el fiscal rechace las acusaciones contra mi libro de atentar contra los
sentimientos religiosos, pero el informe del teólogo que ha actuado como
perito ha sido negativo", se lamenta Gürsel, profesor de literatura turca en
la Universidad de la Sorbona.
Gürsel confiesa que a cada nueva visita a Turquía descubre un país
cambiante. "Han caído muchos tabúes: la cuestión kurda, el genocidio
armenio... ahora hay una gran libertad de expresión", reconoce el novelista,
que tuvo que exiliarse tras el golpe de 1980. "Y aún queda por deskemalizar
el país. La figura de Atatürk, con sus estatuas omnipresentes, es ahora más
legendaria que histórica. La occidentalización que impuso, aunque
autoritaria, sirvió para acercarnos a Europa. Hoy debe ser asumido como un
personaje real, como De Gaulle en Francia", destaca. "No les tengo ninguna
simpatía a los islamistas, como los que han denunciado mi libro, pero no se
puede disolver un partido sólo por sus ideas", aclara tras el fallo del
Constitucional. "Aunque creo que en el corazón del AKP no hay una voluntad
real de integración en la UE; simplemente les conviene. Es una experiencia
paradójica que unos conservadores religiosos nos estén acercando más que
nunca a Europa".
Como muchos otros viajeros que recorren Turquía de tiempo en tiempo, Gürsel
se sorprende del creciente número de cúpulas y alminares en todo el
país -"¡hasta en las áreas de servicio de las autopistas he visto
mezquitas!"- y de la escasez de restaurantes que sirven raki, el licor
nacional turco -"¡en mi barrio ya sólo queda uno!"-, en una imparable
islamización de la sociedad. "¿Dónde están los cientos de miles de
manifestantes que hace un año defendían el laicismo y se oponían a que el
Ejército sacara de nuevo los tanques a las calles?", se interroga el
escritor. "Turquía ha cambiado y sólo espero que a nadie se le imponga un
modo de vivir distinto del suyo".

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